Ya está encima la última vuelta en la que se elige presidente para los próximos cuatro años en Colombia, y hasta ahora la alternativa para quienes no poseen un candidato que les motive su apoyo estaba el abstenerse o votar en blanco.
Ahora bien, la abstención no tiene efectos legales prácticos, y de otra parte es posible estimar unos niveles de participación histórico electorales en Colombia que garantizan la elección presidencial.
En el caso del voto en blanco hay que reconocer que no está por casualidad como tercera casilla en el tarjetón sino como posibilidad electoral. Incluso de existir una votación en blanco superior al 50% de los votos sufragados a favor de los candidatos postulados obliga una nueva elección con candidatos diferentes a los propuestos en la misma.
Por su parte, el participar mediante el voto en blanco, es decir el desplazarse a las urnas y sufragar con esta opción, es una muestra clara de los ciudadanos de que no se sienten representados por las propuestas políticas que plantean los candidatos obviados en la elección.
Hagamos de esta coyuntura una oportunidad, y enviemos a la sociedad un llamado pacífico a pensar que cada colombiano es merecedor de derechos. A la vida, la paz, salud, alimentación, empleo… Un reafirmar el compromiso individual y colectivo por un futuro diferente para Colombia.